miércoles, 27 de mayo de 2020

MUERTE DE ANTONIO JOSÉ DE SUCRE 4 DE JUNIO DE 1830








Ahora recordaremos la muerte del  Mariscal Antonio José de Sucre.
Antonio José Francisco de Sucre y Alcalá (Cumaná 3 de febrero de 1795- Berruecos, 4 de junio de 1830), Gran Mariscal de Ayacucho, fue un político, mariscal y militar venezolano, Prócer de la emancipación americana y principal héroe de la actual República del Ecuador, así como un diplomático y estadista, presidente de Bolivia, Gobernador del PerúGeneral en Jefe del Ejército de la Gran Colombia, Comandante del Ejército del Sur y Gran Mariscal de Ayacucho. Era hijo de una familia distinguida de tradición militar, siendo su padre coronel del Ejército Patriota. Reconocido como uno de los militares  perfecto entre los próceres de la independencia sudamericana.
Perdió a su madre y padre a los siete años de edad. Aún adolescente fue enviado a Caracas a la custodia de su padrino, el arcediano de la catedral, presbítero Antonio Patricio de Alcalá, para comenzar sus  estudios de ingeniería militar en la Escuela de José Mires. En 1809, con su hermano Pedro y otros jóvenes, se incorporó como cadete en  la compañía de Húsares Nobles de Fernando VII, en Cumaná, unidad fundada por Juan Manuel Cajigal y Niño, gobernador de la provincia de Nueva Andalucía.
Iniciando su carrera de gobierno en la cual cumpliría todos los cargos de la Administración civil hasta presidente de la República en Bolivia. El 7 de octubre de 1817 recibió el nombramiento de jefe de Estado Mayor de la división de la provincia de Cumaná, bajo las órdenes del general Bermúdez, designado comandante de la citada gran unidad. Estos nombramientos tenían, además, la finalidad de disminuir la discrepancia  que reinaba en Cumaná. «El general Bermúdez y Vd. van a hacer cosas grandes en Cumaná y quizás algún día serán llamados los salvadores de su país», dijo Bolívar a Sucre en aquella oportunidad. En agosto de 1819 fue ascendido a general de brigada por el vicepresidente de Venezuela, Francisco Antonio Zea; grado que será ratificado por Bolívar el 16 de febrero de 1820. Viaja a las Antillas comisionado para obtener material de guerra; misión que cumple con triunfo. Ese mismo año realiza, interinamente, la cartera de Guerra y Marina y es jefe titular del Estado.
 El asesinato del Mariscal Sucre fue planificado y ejecutado en las Montañas de Berruecos - Arboleda (Nariño) cerca de San Juan de Pasto. En el lugar del crimen permaneció su cadáver por más de 24 horas hasta que los pobladores de los sitios cercanos le dieron sepultura. Si el Mariscal Sucre se hubiese ido por Buenaventura, allí lo esperaba el general Pedro Murgueitio para propinarle la muerte; si elegía  la vía de Panamá lo aguardaba el general Tomás Herrera, y desde Neiva lo vigilaba el general José Hilario López. El Libertador, Simón Bolívar, al saber del asesinato, manifestó en una carta: “...Yo pienso que la mira de este crimen ha sido privar a la patria de un sucesor mío...¡Santo Dios! ¡Se ha derramado la sangre de Abel!... La bala cruel que le hirió el corazón, mató a Colombia y me quitó la vida".
Desde hace  tiempo se corrió la noticia de que fue el general Juan José Flores, compatriota y compañero de gestas independentistas, quien había planeado el crimen, debido a la cordialidad del pueblo quiteño al Mariscal y la posibilidad de este, al radicarse en Quito con su esposa y su hija, de convertirse en el primer presidente del Ecuador –como ocupó las presidencias de Bolivia y Perú–, cargo que obtuvo  Flores desde 1830. Simón Bolívar le escribió una carta a la viuda de Sucre agradeciéndole el ofrecimiento de preservar la espada de su esposo, el 5 de noviembre de 1830. De esta manera, ella cumplió con una de las cláusulas del testamento de Sucre; sin embargo Bolívar, en el suyo, ordenó que la espada del prócer le fuese devuelta a ella. Los restos del Mariscal Sucre fueron llevados a Quito por su esposa y mantenidos en secreto en el Palacio de El Deán, una propiedad familiar situada en el Valle de los Chillos, en las afueras de Quito. En 1832 y cumpliendo la voluntad de Sucre, que prefería  ser enterrado en la capital ecuatoriana, fueron depositados en discreción en el Convento del Carmen Bajo.


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